Es indudable que lo que más excita las apetencias literarias del lector es saber que el autor ha sido encarcelado por sobreexcitar la libinosidad de millones de compatriotas. Groucho Marx.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Noches reversibles de incendios en la nieve.

Últimamente el surrealismo es la base de mi vida y aquí me veo de nuevo llenando unas cuantas líneas con mi insomnio y tu locura. Maldigo a todos esos dioses creadores y egoístas que no me dejan tenerte. Quisiera que estuvieras aquí, apartándome el pelo como de costumbre. Perdón por romper la promesa de no echarte de menos y no nombrar ojalases inombrables. Es que por la tarde volví andando a casa y al pasar por tu calle me pareció escuchar una melodía de guitarra salir por tu ventana y enredarse entre mis cosas. Somos sólo unos cuantos tragos de cerveza entre caladas con sus juegos de indirectas, sus conversaciones filosóficas trascendentales y mi risa de fondo y tus disparatadas conclusiones de después. Tenemos una habitación, sólo una habitación tan pequeña y tan llena de cosas... Que ahí tenemos guardadas nuestras canciones cantadas a susurros, nuestros viajes aún por hacer (con todos esos sitios por conocer) ¡Qué quiero que me lleves a la luna, mi amor! aunque sé de sobra que la tienes escondida debajo de tu edredón. En esa pequeña habitación pude adivinar tus pensamientos y más de una vez tú también adivinaste los míos porque, pese a no tener consciencia de ello, nuestra telepatía fue algo que no tardamos en descubrir. A veces llego a dudar si te quiero, pero sólo durante unos instantes hasta que recuerdo eso que tú me dijiste de "Vamos a querernos, sin llegar al fondo de esto, claro, que me da a mí que es bastante profundo y empiezo a sentir vértigo." Así que no queremos. No nos amamos ni nos odiamos, nos queremos a secas. Ya no pienso más en las notas negativas que conlleva la palabra utopía, porque lo que tú y yo estamos viviendo es una utopía por muchas vueltas de tortilla que le demos. Pero todos necesitamos nuestra dosis de fantasía y poder vivir en nuestra propia utopía. Por el futuro puedes estar tranquilo, aún no existe. Esta noche quiero soñar contigo para que inventes nombres estrafalarios para toda esa constelación de lunares que aparece en mi piel ante tus ojos, y que me pintes una uña de cada color con todos esos pintauñas feos que hay en mi estantería. Esta noche los barrotes de mi ventana no tiene ningún secreto para ti, ni me camisón tampoco.


¿No ves que lo nuestro es raro? Sigue intacto en mil pedazos y no logra romperse...

domingo, 12 de diciembre de 2010

Una cerveza y un té, por favor.

Anoche todo volvió a ser como antes, como antes de que yo saliese de tu casa hace unos días con mi enfado de niña tonta para no escuchar tus gritos ni tener que aguantar tu mal humor. Estuvimos en nuestra mesa de siempre en el bar de la plaza. Nos sentamos, nos miramos y nos callamos. Menuda escena más absurda, tú frente a un botellín de cerveza sin parar de mirarme fijamente y yo, calentándome las manos con una taza de té evitando en todo lo posible que nuestras miradas se cruzasen, tenía miedo de que al encontrarse la tensión hiciera volar todo el universo. Tras ese incómodo instante empezaste a reír, reías como un loco, en mi boca fue apareciendo una sonrisa. Allí estábamos, señores, en esa mesa de siempre mientras reíamos como locos sin poder entender nada. Intentaba encontrar respuestas a todas mis dudas y tú no dejabas de contarme caóticas historias libélulas, marsupiales y duendes sin corazón. Otra pausa muda, silencio con seriedad, otro ataque de bipolaridad. El silencio desapareció con tu "Pequeña, lo nuestro para ti no ha terminado porque este no es final que te esperabas." Te dejé que siguieras contándome tus incoherentes cuentos hasta que...
-Joder, tío, si al menos estuviera segura de que me has echado de menos, un simple te echo de menos puede salvar vidas si se dice en el momento adecuado, ¿Lo sabías?
-¿Qué se suponía que tenía que hacer? Huiste de mi vida porque así lo quisiste y yo lo acepté, me cansé de insistir y me conformé con lo que pudiese venir después, pero si quieres saberlo sí, te echo de menos.
Anoche, en ese momento, todo dejó de existir. Todo excepto él y yo, con un poquito más de vida salvada.