Es indudable que lo que más excita las apetencias literarias del lector es saber que el autor ha sido encarcelado por sobreexcitar la libinosidad de millones de compatriotas. Groucho Marx.

martes, 24 de enero de 2012

Muy simple.


Al caminar noté como había algo que perdía su vida debajo de mi pie. No sé si fue un niño, una hormiga o tan solo una ilusión. A las bebidas alcohólicas les ponen un color bonito y un nombre que resulte misterioso y ya tienes ganas de probarlas, es muy simple. Creo que voy a huir a un sitio muy lejos donde nada pueda existir, ni siquiera yo misma. Antes incendiaría todas las cosas que para mí ya no significan nada, empezando por el orgullo y terminando por tus huesos, hasta que quedasen calcinados. Una empieza a asumir que los cuentos son para niños pequeños. Y la verdad, prefiero sentir rabia a que me des pena.

viernes, 20 de enero de 2012

Desvelo.



Estoy tumbada en mi cama, como todas las noches de insomnio, pero no sé por qué estoy desnuda. Entonces me giro y te encuentro acurrucado en un lateral del colchón. No recuerdo haberte dejado ahí al acostarme, tampoco me preocupa mucho. Sólo importa que eres tú bajo mis sábanas, en la misma cama y desnudos. Sin esperar te beso. Te beso con la misma ternura y el mismo miedo que un primer beso. Estás prohibido para mí, estoy prohibida para ti y por eso nos resulta todo más deseado. Porque es en la prohibición donde encontramos la excitación y la excitación nos resulta prohibida. Nos abalanzamos como dos fieras cazando a su presa, nos devoramos y nos saboreamos. Noto una inyección de adrenalina corriendo por mis venas mientras miro tus ojos y me muerdo el labio inferior. Las ganas van a más y ya no podemos parar, nuestros cuerpos se unen perdiendo el control. Entonces me pregunto por qué estando dentro de mí te noto tan distante, por qué araño tu espalda y no siento tu sudor. En ese momento todo se para, me besas y te marchas. Ahora viene cuando suena el despertador.

viernes, 13 de enero de 2012

Mi historia.


Cuando era pequeña estaba enamorada del niño que se sentaba a mi lado en el colegio. Un día me cogió la mano y me dijo que nos suicidáramos juntos. Él arrojó su diminuto cuerpo por la ventana de un 4º piso. Yo sólo me pude quedar mirando, paralizada, y no conseguí dar el salto. Desde entonces sigo viva pero triste y no dejo que nadie se siente a mi lado nunca.



Voy a hacer otra vez un poquito de publicidad, pero es por una buena causa.
Pasaros por el blog de GuiYeah, que por fin le he convencido para que se haga uno. Ya que es nuevo y escribe muy bien vamos a darle algo de ánimos todos, que si le seguís yo os prometo que no os va a decepcionar.

lunes, 9 de enero de 2012

Striptease emocional II

No te das cuenta de que no necesito quitarme toda la ropa para quedarme desnuda, la mayoría de las veces me basta con no mentirte, con deshacerme del bloque de hormigón que impide que te metas en mí y me conozcas más por dentro. Mis noches son inconstantes, es más, ya ni siquiera le encuentro la gracia a perderme por los bares e intoxicarme de la música, de la gente y del garrafón barato. En el fondo me muero de sed, pero de sed de ti, aunque me sueles dar la peor de las resacas. Inconscientemente te pido una copa de tus labios, y luego otra, y otra, y otra más. Lo más seguro es que me arrepienta mañana pero en este momento sólo me concentro en disfrutarte antes de que sea demasiado tarde y mi cordura vuelva a gobernarme. Lo disfruto ahora porque puede que al día siguiente ya no existas. Te suelo mentir, es cierto, pero es que sé de sobra que me quedaría toda la vida enredada en las sábanas de tu cama con la única razón de que seas lo primero que vea al despertarme. Ten en cuenta que a mí esto me aterra, que son sentimientos demasiado grandes para un cuerpo tan pequeño y a veces se me escapan por la boca, por eso te miento. No me culpes a mí, en el fondo lo hago por salvar lo que nos queda de emoción y de ti. El día que me desnude te confesaré que en fondo me he dejado el alma y mi mal genio para que no salieras corriendo, que locas enamoradas las tienes a patadas y a mí eso como que no me va mucho. Si realmente me quieres desnuda no me quites la ropa, atrévete a meterte en mí interior por encima del plano físico, ten cojones a saber desnudarme en un plano emocional.


No suelo recomendar blogs, creo que es la primera vez que lo hago en una entrada así porque me da la gana, pero echadle un vistacillo a:
Es que está muy bien y además el autor es muy simpático.

sábado, 7 de enero de 2012

Conocidos desconocidos.

Quisiera que por un sólo día fuéramos completos desconocidos. Volvernos a conocernos de nuevo. Fingir que nos han dado plantón en un bar e invitarnos a un cerveza mientras conversamos tontamente. Acercarnos de improvisto con alguna torpe escusa y preguntarnos nuestros nombres. Nos daríamos falsos nombres, como si fuera la clave para merecer una segunda primera impresión. Me volverías a preguntar mi manía de arrancar las etiquetas de los tercios de cerveza y yo improvisaría una aventura de náufragos por la Costa Brava. Me gustaría quedarme embobada contemplando tu boca como si nunca la hubiera probado o como su jamás me hubiera hecho gemir de placer. Mientras hablamos nos enredaríamos en preguntas que jamás nos atrevimos a formular antes, sin tener en cuenta nuestros prejuicios. Poco a poco ser capaces de ganarnos la confianza y contarnos temibles intimidades que desconocíamos. Ser completos desconocidos riendo a carcajadas en mitad de un bar cualquiera. Subiendo cada vez más el tono de nuestras falsas (o no tan falsas) experiencias. Al final de la noche, después de tener asumido nuestros personajes, subiríamos a tu apartamento y te preguntaría ingenuamente dónde tienes el cuarto de baño, como si no fuera capaz de llegar hasta él con los ojos cerrados. Después de beber la última copa en tu sofá nos abalanzaríamos el uno sobre el otro como animales salvajes. Disfrutaríamos del sexo como si fuera la primera vez que te pierdes en mi cuerpo, como si fuera la primera vez que te hago jadear. Por la mañana, al despertar, pondrías esa canción que sabes que me encanta como si fuera pura casualidad y yo me haría la sorprendida. Al despedirme te daría un beso en la comisura de los labios y te susurraría que en una sola noche me habías vuelto a enamorar.