viernes, 20 de enero de 2012
Desvelo.
Estoy tumbada en mi cama, como todas las noches de insomnio, pero no sé por qué estoy desnuda. Entonces me giro y te encuentro acurrucado en un lateral del colchón. No recuerdo haberte dejado ahí al acostarme, tampoco me preocupa mucho. Sólo importa que eres tú bajo mis sábanas, en la misma cama y desnudos. Sin esperar te beso. Te beso con la misma ternura y el mismo miedo que un primer beso. Estás prohibido para mí, estoy prohibida para ti y por eso nos resulta todo más deseado. Porque es en la prohibición donde encontramos la excitación y la excitación nos resulta prohibida. Nos abalanzamos como dos fieras cazando a su presa, nos devoramos y nos saboreamos. Noto una inyección de adrenalina corriendo por mis venas mientras miro tus ojos y me muerdo el labio inferior. Las ganas van a más y ya no podemos parar, nuestros cuerpos se unen perdiendo el control. Entonces me pregunto por qué estando dentro de mí te noto tan distante, por qué araño tu espalda y no siento tu sudor. En ese momento todo se para, me besas y te marchas. Ahora viene cuando suena el despertador.
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1 comentario:
Simplemente brutal.
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