miércoles, 21 de julio de 2010
Principito.
Nunca domestiqué a ningún zorro, ni tampoco consiguió domesticarme un principito. Espero el día que una rosa llegue a enamorarme y en los días tristes poder mover una silla y ver millones de atardeceres que me hagan sentir un poco más feliz. Mi cordero se escapó de su caja y ahora no sé donde está. Lo esencial es invisible a los ojos y mi corazón ha perdido las lentillas. Usando palabras hay malentendidos por eso los adultos sólo entienden de cifras. A cada uno hay que exigirle lo que cada uno puede hacer, no hay más. Se me olvidó tapar mi lampará y un golpe de viento la apagó. No llegué a comprender lo importante que era tu risa y ahora nunca la volveré a oír. Me seguiré sintiendo afortunada al mirar las estrellas, puede que en alguna estés tú. En fin, puede que a veces sea un poco mentirosa pero cuando se quiere ser ingeniosa suele ocurrir. Lo peor de todo es que seguramente esto nadie lo llegue a entender, tenemos demasiada tendencia a querer crecer.
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