jueves, 30 de septiembre de 2010
Dime.
martes, 28 de septiembre de 2010
Voy.
domingo, 26 de septiembre de 2010
Domingo astromántico.
sábado, 25 de septiembre de 2010
Mirarte a los ojos.
viernes, 24 de septiembre de 2010
Ahora...
jueves, 23 de septiembre de 2010
Calles.
Las calles están llenas de obras y a nosotros nos da por besarnos detrás de cada andamio, a veces debajo de ellos tentando a la mala suerte. Nuestraas ganas están alicatadas, construimos ilusiones y barnizamos con olvido. La luna brilla en el cielo, otras veces en mi sonrisa y casi siempre en tus ojos.
martes, 21 de septiembre de 2010
lunes, 20 de septiembre de 2010
Eternal sunshine of the spotless mind.
domingo, 19 de septiembre de 2010
Cosas de la gramática.
sábado, 18 de septiembre de 2010
Astucia.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Despertares.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Renoir.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
¨
martes, 14 de septiembre de 2010
Por suerte los dioses no se enteran de nada.
lunes, 13 de septiembre de 2010
El juego se había puesto en marcha de nuevo.
domingo, 12 de septiembre de 2010
Día de resaca.
Me siento tan intoxicada que no puedo comprender nada. Pienso en todo y nada se me ocurre. Las noches son todas iguales y, en cambio, todas tienen algo diferente. Cada vez que oigo mi nombre no me suena igual porque algo ha cambiado en tu voz y en tu sistema nervioso, en tu forma de escribir y en tu forma de erizarse el pelo. Después de cada calada inspiras y expiras, inspiras y te inspiras. Mueres 7 minutos y vuelves desbordante de ideas entre humo y ceniza. Siento lo acústico de 900 guitarras dentro de mí. Me revuelvo entre las sábanas, te beso, miro mi reflejo en tus ojos y mientras me coloco el flequillo prometo no reprocharte nada. Puede que sea un estúpida y me esté volviendo loca. Arrastro todo lo que veo para poner más empeño en el siguiente beso, porque aunque nunca haya entendido las matemáticas tengo la cabeza cuadriculada, manías que desesperan a cualquiera y una lista perfectamente numerada. Me repito: No te preocupes de ser constante y averigua lo que te falta. Me arrastro a la cocina a por el cuarto litro de agua.
viernes, 10 de septiembre de 2010
¿Decías?
jueves, 9 de septiembre de 2010
Aquella luz del faro.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Me dan miedo las prisiones y las presiones.
martes, 7 de septiembre de 2010
Caos.
lunes, 6 de septiembre de 2010
Firmín.
domingo, 5 de septiembre de 2010
La vida rima.
No hace falta que me digáis eso de que perdéis la cabeza
por eso de que sus caderas...
Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa y esas maneras
y todo el remolino que forma en cada paso de gesto que da.
Pero además la he visto seria, ser ella misma,
y en serio que eso no se puede escribir en un poema.
Por eso, eso que me cuentas de que mírala cómo bebe las cervezas,
y cómo se revuelve sobre las baldosas y qué fácil parece a veces enamorarse.
Todo eso de que ella puede llegar a ser ese puto único motivo
de seguir vivo y a la mierda con la autodestrucción...
Todo eso de que los besos de ciertas bocas saben mejor es un cuento que me sé desde el día que me dio dos besos y me dijo su nombre.
Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio y que ella aparezca de golpe y de frente
para decirte, venga, hazte un peta y me lo cuentas.
No sabes lo que es despertarte y que ella se retuerza y bostece,
luego te abrace y luego no sepas cómo deshacerte de todo el mundo.
Así que supondrás que yo soy el primero que entiende,
el que pierdas la cabeza por sus piernas y el sentido por sus palabras,
y los huevos por un mínimo roce de mejilla.
Que las suspicacias, los disimulos cuando su culo pasa,
las incomodidades de orgullo que pueda provocarte,
son algo con lo que ya cuento.
Quiero decir que a mí de versos no me tienes que decir nada,
que hace tiempo que escribo los míos.
Que yo también la veo.
Que cuando ella cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo.
Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior.
Que conozco su voz en formato susurro, y formato gemido
y en formato secreto.
Que me sé sus cicatrices,
y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas,
y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra.
Que yo también he memorizado su número de teléfono,
pero también el numero de sus escalones,
y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.
Que no sólo conozco su última pesadilla,
también las mil anteriores,
y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada,
porque tengo más deudas con su espalda
de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo).
Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella,
rendida a ese puto milagro que supone que exista.
Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos,
y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que la puso el camino,
y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana: no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo.
Que lo de "Mira sí, un polvo es un polvo",
y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas
y sólo los sueños pueden posarse sobre las cinco letras de su nombre.
Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma.
Que razones tenemos todos...
... Pero yo, muchas más que vosotros.