Es indudable que lo que más excita las apetencias literarias del lector es saber que el autor ha sido encarcelado por sobreexcitar la libinosidad de millones de compatriotas. Groucho Marx.

domingo, 20 de junio de 2010

Gracioso.

Esto empieza así, con mis bragas por ahí y tú con un calcetín puesto, para desafiar mi manía en contra de los calcetines, pero sólo llevas uno ¡qué gracioso! Hace tiempo que no sé donde están mis pantalones, ni los tuyos, qué cojones. Pero ahora no los necesito, ni al amor que nos empalaga, ni buscar un futuro que nos garantice que cuando tengamos 80 años seguiremos paseando de la mano por el retiro para dar de comer a las palomas, no, ahora lo que necesito es que quedemos a la altura de tu cintura y conseguir que se escapen suaves jadeos de tu boca al compás del tictac que mi lengua dicta. Luego la cosa se sigue calentando y nosotros nos vamos calentando cada vez más, tú con tus manos en mis tetas, tu polla en mi... bueno en mí, dejémoslo ahí. Ahora soy yo la que gime al ritmo de los golpes en la pared mientras sacamos nuestros instintos más animales. ¡Cuidado, qué se caen las sábanas! ¿las sábanas? ¿qué sábanas? Si te tengo encima no quiero sábanas. Cada vez hace más y más calor y que desprende tu cuello y tu aliento que se adentra en mi garganta y me corroe hasta que me corro. Entonces yo te digo, muy bajito "Coño, córrete ya, que tengo prisa."

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