Moda primavera-verano.

Lo peor no son los sentimientos, lo peor es la ropa. El vestido naranja de cuando nos encontramos en un bar, la camiseta impregnada de su olor y con restos de mi enfado. Los botines llenos de barro y el sujetador negro en la silla de su habitación. Los vaqueros desgastados de cuando nos conocimos, la palestina gris que me regaló una tarde de invierno... Es cierto, lo peor es la ropa. Sentir sus manos bajo mi falda o la sensación del último polvo en lo pitillos rojos. Su reloj ya no cronometra nuestras caricias. Y pis pas se acabó y ahora ya con todo del todo. Los recuerdos también tienen que salir del armario cuando empiezan a apestar a naftalina.