Es indudable que lo que más excita las apetencias literarias del lector es saber que el autor ha sido encarcelado por sobreexcitar la libinosidad de millones de compatriotas. Groucho Marx.

martes, 11 de mayo de 2010

Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.

Oye, ¿no te has dado cuenta? ¡Estamos en primavera! Venga, con la revolución que montan mis hormonas cada vez que me soplas en la nuca es imposible que no te hayas dado cuenta. Cómo me gustan las lilas, su color, su forma, su olor y lo bien que te ves cuando haces malabares para darme una ramita. Sigues riéndote de mi manía de coger flores para ponérmelas en el pelo, sí, yo y mis absurdas manías, pero a ti también te encanta la margarita que cuelga de mi oreja. Nos tumbamos en el césped, nos reímos, discutimos, me quitas la margarita de un bocao, me sonrojas, nos besamos y acabamos haciendo el amor hasta llegar a Murcia, aunque hay veces que por el camino nos apetece más follarnos, que raro todo, ¿no? Siempre acabamos en Murcia a las 8 y media. Anda, volvamos a la realidad, cualquier día sale un vecino al balcón y ya tenemos follón, y no, no el follón que tú quieres, eso se suele denominar folleteo. Y qué bonito el sol, eh. Que bonito ese árbol, que bonita tarde, que bonitos pájaros, coño, si es que hasta tú eres bonito. Nah, tardes tontas de primavera las tenemos cualquiera... Pero tú no dejes de sonreírme.

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