jueves, 12 de agosto de 2010
Fructopía.
Pues él era como la perfecta macedonia. Tenía un corazón de melón, de esos que son duros por fuera pero dulces en el interior. Sus mejillas parecían manzanas, a veces no podía evitarlo y me las comía a bocados. Su efecto en mí era como el de los kiwis en los viejos, le daba un beso y terminábamos en el baño. Su culo me recordaba a un melocotón, tenía una forma perfecta. Nunca quiso ser mi media naranja, a él le encantaba ser mi medio limón. Un día, nos subimos a su azotea, nos quitamos las capas y nos fuimos arrancando la piel hasta quedarnos en los huesos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
que graciosa :) me encanta
Publicar un comentario